martes, 26 de enero de 2010

Ensaladas


Seguro que más de uno de los que estáis ahí sentados habréis intentado pasar una semana cenando ensaladas con el firme propósito de perder los dos o tres kilos que os proporcionan la cerveza y la comida basura que os zampáis mientras veis al Barça ganar un título tras otro. Para conseguirlo procurar comprar dos o tres lechugas diferentes tipo; Romana, Trocadero, Hoja de Roble, Lollo Rosso, Batavia o Butterhead. E incluso Iceberg, aunque personalmente me parece horrorosa. También podéis ser más prácticos que económicos y comprar esas bolsitas ya preparadas que traen a los super. Aseguraros de que lleven rúcula.
Si optamos por comprar las lechugas enteras, pondremos dos o tres hojas de cada una y un buen puñado de rúcula para obtener la cama perfecta y que cualquier ingrediente (el queso, los tomates, la remolacha, la zanahoria, el pepino, el atún, la Krisia, el palmito o los espárragos), descanse en paz.
El aliño es fundamental. Mezclar tres partes de aceite de oliva por una de vinagre y poned una cucharada de yogur griego sin azúcar. Mezclar hasta que quede uniforme y conseguiréis una crema untuosa que os pedirá de rodillas que lo mezcléis con parmesano o queso de cabra, recula y pan frito. Pero esto es la base, no os paréis ahí. A esta primera receta le podéis añadir dos anchoas machacadas en el mortero y un poco de pollo, el vinagre de Módena y os prometo que no volveréis a pedir en el McDonalds una ensalada César en vuestra vida.
Otro aliño increíble es el que resulta de poner tres partes de aceite por una de mostaza (mejor que sea de grano) y una de miel. No ser cenutrios y probar la mezcla hasta dejarla a vuestro gusto. Seguramente un poco de vinagre mejorará el resultado. Esta ensalada duerme bien con uva, nueces y pasas. Variar la mostaza por lo que tengáis a mano o por lo que más os guste es la clave para llenar de sabor vuestros paladares.
Por último, una con salsa de soja, aceite de sésamo, ajo rallado, ralladura de limón y su jugo. Aquí podéis poner arroz con salmón, atún o Krisia. Pero no os detengáis tan pronto. Probad con orégano y mozzarela; con orejones y pasas, con fresas y gulas, con tomate y sandía; o con unos fritos de bolsa bien molidos. Esto último agregadlo con mesura, es adictivo.

viernes, 14 de agosto de 2009

Soufflé profesional



Hola de nuevo. Como sabréis más de uno, llevo un par de semanas acercándome al restaurante La Gran Taberna, en Murcia, para conocer de primera mano los entresijos de un cocina profesional con menú a la carta. Aunque todavía no he empezado a relataros mi experiencia culinara rodeado de profesionales del mundo de la gastronomía, pronto compartiré mis descubrimientos diarios, que no son pocos. De momento, y para abrir boca, tengo por aquí la foto del soufflé de melocotón que hice con la receta que generosamente me ha facilitado Miguel, no de los cuatro cocineros que pululan por el restaurante que. por otro lado, os recomiendo enfurecidamente. Lo hice de melocotón, tal y como sehace allí y aproveché las yemas con un tocino de cielo para cuatro. Lo del tocinito es una manera inmejorable de aprovechar las 15 yemas sobrantes del soufflé. UN ESPECTÁCULO.
Bueno, dependiendo del interés que suscite subiré las recetas de ambos postres.

miércoles, 21 de enero de 2009

kebabs


Hasta ahora, siempre que me apetecía comerme un kebab sabiendo exactamente lo que comía, iba a la carnicería a comprar pechugas de pollo, las troceaba y las salteaba con curry, pimienta, cayena y sal. Luego la mezclaba con una ensalada, salsa de yogur y queso y las introducía en una torta para tacos. Pero el otro día, una vez más, vi la luz al ver cómo el chef Jamie Oliver hacía sus kebabs caseros. La clave es comprar carne picada, no de esa preparada color amarillento, sino recién picada para ti. Pide al carnicero que te pase por la trituradora carne de cordero con una pechuga de pollo, o de cerdo, o de ternera, con un muslo de pollo deshuesado. Mezcla las carnes que más te gusten y no tengas miedo en pedir mucho, siempre puedes congelar la carne sobrante. Que te la pasen dos veces por la máquina para que se unifique bien. Ya en casa, prepara el accesorio de picar que tienen todas las batidoras e introduce los ingredientes que más te apetezcan. Yo puse un buen puñado de pistachos, ciruelas pasas (sin hueso), romero, comino, cayena, sal y pimienta. Pero puedes añadir jengibre, curry, orégano, menta, nueces, orejones, etc… La mezcla de todo triturado agrégala a la carne en la misma trituradora o ayudándote con un tenedor. Cuando lo tengas bien mezclado, haz varias salchichas gordas que te ocupen el largo de la torta de pita y mételas al horno en una bandeja durante unos 15 minutos a 190º. Pica cebolla muy fina y pon un poco dentro de la torta con la lechuga, el queso, la salsa de yogur y tu salchicha casera especiada y suculenta.
Para terminar, puedes acercarte a un puesto de Kebap para pedirle un poco de su salsa picante; el kebab lo agradecerá, y el cigarrillo de después, también.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Día de fútbol


Así lo llama el Adrià en uno de sus vídeos sobre cocina sencilla. "Día de fútbol". Se trata de las recetas de unos bocadillos bastante simples, pero muy bien combinados para esos días en los que vienen coleguillas a ver el fútbol. La mostaza en grano es muy fuerte, poner poco y agregarle al gusto. Además, tened en cuenta que ya venden guacamole preparado en el Mercadona, por lo que podéis darle un toque diferente sin pringaros demasiado.

Primera propuesta: Atún y mahonesa, jamón de York, mostaza en grano y cebollino. Mezclar el atún con la mahonesa, poner una loncha de york encima, pequeñas bolitas de mostaza y el cebollino.

Segunda propuesta: Aguacate, anchoas y cebolleta. Disponer por ese orden al gusto.

Por supuesto, el resultado final será mayor o menor dependiendo del pan que utilicéis. Calentarlo al horno y, ya que lo encendéis, meted unas patatas fritas bajas en calorías. Las descubrí ayer. Vienen congeladas y prefritas en aceite de girasol. Se terminan de hacer en el horno, y tienen un 40% menos de calorías, ya que no empapan aceite como cuando las freímos, y quedan de vicio.

Bueno, no me queda nada más que meter cerveza en el congelador y esperar que Messi salte al campo con la intención de dejar el ego del lateral izquierdo a la altura del que posee Kirk Van Houten .

lunes, 29 de septiembre de 2008

Apio


Pues ya estoy otra vez aquí. Sin mucho ánimo de continuar escribiendo en el blog, pero aquí al fin y al cabo. Desde la última entrada publicada he realizado diversas recetas, como podéis imaginar, pero el mayor descubrimiento gastronómico que he hecho es el del apio. Sí, sí, el apio. El corazón de esta hortaliza es uno de los sabores más sabrosos que me he encontrado en los últimos años; junto al queso de cabra, vinagre de Módena, la piel del pollo y del salmón a la brasa, la tónica sssuuuepppps y algún otro artículo de oriente. La primera vez que utilicé el apio, lo incluí en los rollitos de jamón cocido que relleno con espárragos, mahonesa y pimienta. Las ramitas del corazón de la hortaliza son más amarillentas que los tallos blancos del exterior y su sabor es más suave y delicado. Poco después lo agregué a ensaladas fileteado muy finamente (el resto de tallos del apio hay que aprovecharlos), y me dio la sensación de que el sabor fresco, un poco amargo y picantillo que tiene, junto con su textura crujiente y acuosa combinaba perfectamente con un contraste caliente, dulce y suave. Caramelicé cebolla y la agregué a una ensalada junto al protagonista de hoy. El resultado fue maravilloso. Desde entonces, siempre que encuentro apio, caramelizo cebolla y los agrego a cualquier cosa insípida que encuentro en mi frigorífico. Ayer, con brócoli y coliflor. Estoy maravillado.

Dentro de un tiempo, cuando mis ancianos vecinos de huerta vean la cantidad de apio que voy a plantar, confirmarán una de las dos teorías que les rondan por la cabeza cuando me ven pulular por mis posesiones: “Éste o es tonto o gilipollas”.

martes, 20 de mayo de 2008

Patatas


Llevo un mes buscando mi libro de recetas, pero no tengo suerte. Además, desde que le di el santo matrimonio a mi mujer no tengo a mi madre para echarle la culpa de mi puto desorden, y eso empeora las cosas.
Hoy quiero compartir tres o cuatro recetillas para hacer patatas de una forma diferente y al no tener mi libro tendré que hacerlo de cabeza. Vamos a ver si me acuerdo.
La primera (el riquitaun), es hacer patatas chips o comúnmente conocidas como de bolsa. Los secretos de las patatas fritas son dos; cortarlas muy muy finas, dejarlas en un bol con agua para que pierdan el almidón y meterlas en abundante aceite a alta temperatura. Para cortarlas utilizad una mandolina, a cuchillo tenéis que ser muy valientes y precisos. Preparad un plato con una servilleta de papel para sacarlas y escurrirlas cuando empiecen a dorarse. Poned bastante sal y si queréis darle un toque distinto, agregad un poquito de pimentón y un chorrito de vinagre por encima del plato antes de servirlas.

La segunda receta es parecida a la anterior. Tenéis que partir las patadas sin pelarlas en rodajas de medio centímetro. Ponedlas con un chorrito de aceite a fuego medio, sal y pimienta. Esta forma es la más parecida a hacerlas a la brasa, ya que llevan poco aceite. Creedme que son una buena sustitución a las patatas al horno, más rápidas y con un puntito que recuerda a las cantinas de los campos de fútbol. Acompañarlas con una salsa rosa (Mayonesa, ketchup, un poco de limón escurrido y una cucharadita de coñac).

La tercera forma de cocinarlas es al horno. Tenéis que pelarlas y cortar rodajas de un centímetro de grosor. Poned en una bandeja de horno aceite, grasa de pato (o cualquier otro tipo de grasa animal) aunque no es necesario, un vaso de vino blanco o cerveza y colocar las patatas. A continuación echarles por encima tomillo, romero, sal y pimienta y ponerlas en el horno a 150 ºC durante 40 minutos. Seguramente no se os pondrán tostaditas a esta temperatura, aunque ya estarán hechas. Subidle el fuego a 200 ºC y no perderlas de vista. Ni que decir tiene que las acompañéis con un buen mortero de ajo para restregar.


La última forma de hacer patatas es también al horno. Cortarlas como bastoncitos, como las que hacen vuestras madres en el asado de cordero. Poned agua a calentar y cuando hierva agregar las patatas durante cinco minutos. Escurrir y ponedlas al horno precalentado a 190 ºC en una bandeja con una cama de cebolla partida. Antes de meterlas, coged una botella de vinagre balsámico y rociar las patatas en abundancia. Tienen que quedar bien mojadas, aunque no inundadas. Cada 15 minutos, mover las patatas para que vayan absorbiendo el vinagre. Y a los 40 minutos, o cuando la cebolla empiece a estar más tierna, subir la temperatura a 200 ºC. No se os han quemado, es el vinagre balsámico caramelizado!!!!

lunes, 12 de mayo de 2008