jueves, 14 de junio de 2007

Las marisquerías

Para entrar en materia, me gustaría comenzar hablando de esos amigos o compañeros que te recomiendan todo tipo de restaurantes como si hubiesen descubierto el paraíso terrenal, pero que cuando terminas de comer parece que sales del infierno. Estos amigos suelen recomendar con insistencia bares y garitos de moda de todo tipo, excepto, eso sí, las marisquerías. Las marisquerías no necesitan ser “vendidas” con insistencia, ya que en el momento en el que nos dicen que “por 30 euros te hinchas” nos sobra para coger a la novia, mujer o compañera y decirle: “nena, prepárate que te voy a llevar a un sitio del copón”. Pero la realidad es otra. Si alguien te recomienda una marisquería en la que te asegura que todo el marisco es fresquísimo y que por 30 euros te atiborras a gamba roja, quisquilla, nécoras, cigalas, pulpo, centollos y la madre que parió a Nemo, mandadlos a paseo. No existe ese sitio. O es fresco o cuesta 30 euros, las dos cosas son incompatibles. Pongamos por caso el restaurante el Grumete, el que sita a la espalda del cine Rex de Murcia en dirección a Refugio. En ese restaurante los murcianos se agolpan comprensiblemente en el metro y medio de pasillo que queda libre entre la barra y las mesas. Y digo comprensiblemente porque aunque no encuentras nada fresco (excepto el vino), por 30 euros te metes medio litro de aceite refrito acompañado de lo que parece ser pescado de cartón y gambas de pvc rebozadas. Aunque, eso sí, sólo te ha costado 30 euros por persona. Recomendaría a los dueños de las freidurías como El Grumete que en vez de regalar el vino blanco (una de sus ofertas es fritura familiar y te regalamos el vino), obsequien a los clientes con cajas de almax, para poder hacer la digestión con más facilidad. Calificación: Malo.

5 comentarios:

Francisco dijo...

Buena entrada. A ver si va a resultar ahora que las freidurías (¿marisquerías?) playeras no son la rehostia en bicicleta, aunque estén en el centro de Murcia. Pero no me negarás que tienen la ventaja de poder entrar a cenar con chanclas, camiseta de tirantes y "meyba", enseñando los pelos de las piernas, del sobaco y parte del tatuaje ese que intenta parecerse a un carácter chino o japonés.

Esta mañana estoy contento, acabo de leer que Joaquín Sabina le ha puesto letra al himno nacional. Buf, no sé si reir o llorar. Como dijo el filósofo gitano: ¡me agarro a la quinta enmienda!

Lola dijo...

Me parece una idean acertada. La gastronomía es cultura (viva la cultura). Me fiaré de tí para llevar a futuras visitas porque cada vez que ejerzo de anfitriona acabo en el Mesón el Palomo o la Plaza de las Flores... y digo yo que habrá más sitios interesantes.

Mago dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mago dijo...
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@JaviMGomez dijo...

Yo en cuanto a marisco, lo mejor que he probado en los últimos tiempos ha sido Casa Félix, que está en Barinas... y eso que no me llevo comisión.