Hace unos tres años, tuve el placer de ser compañero de trabajo de Don Ángel Montiel, entre otras cosas, jefe de la sección de opinión del periódico regional La Opinión de Murcia. Me contó que el primer premio de poesía que había ganado en su intensa vida fue en Mazarrón, y que se lo adjudicó presentando (con un par) la siguiente obra: Mazarrón: pan, vino y porrón. Aquello me hizo mucha gracia y, desde entonces, siempre que hago referencia al lugar donde aprendí a pescar, nadar o bucear, en mi cabeza se repite la creación de Montiel al completo. Hoy voy a hablaros de algunos sitios en los que he estado durante este verano y que por referencias y por propia experiencia podemos ponerlos los primeros en la lista de locales de la zona.
En primer lugar, el restaurante La Siesta, ubicado en la zona de Bolnuevo, es un restaurante con una de las mejores cocinas que he probado en mucho tiempo. Los productos de primerísima calidad, y las raciones contundentes. No me importaría trabajar gratis unos meses allí para aprender el punto exacto de cocción que le dan a las carnes y pescados. Si os acercáis a comer, pedir mesa con tiempo, ya que los fines de semana de los meses de verano es imposible encontrar un hueco. Tendréis ante vosotros una carta extensa de platos tradicionales en la que quizás, por poner un pero, se echa de menos alguna novedad que sorprenda gratamente al comensal. No perderos la tarta de canela. Calf: Muy bueno.
Detrás de la cala pequeña de Bahía (una playa sucia y con algas. ¡No vayáis!) se encuentra el Puerto Deportivo y Club Náutico de Mazarrón. En él, además de poder disfrutar de un paseo estupendo contemplando los barcos, se encuentran dos restaurantes que, cada uno por diferentes motivos, merecen ser comentados. Hace bien poco (un año aproximadamente), un empresario vio la magnífica terraza y la deliciosa brisa que tenía el antiguo bar del club náutico y decidió convertirlo en un restaurante pata negra con verdaderos manjares gastronómicos. No recuerdo como se llama, pero pregunten por el restaurante del Club náutico y al fondo del puerto lo encontrarán, no tiene pérdida. Tanto éste como la Siesta exigen llevar en el bolsillo al menos 40 euros por cabeza, pero el del Club Náutico es más elegante, más bonito y la carta os dará la opción de descansar por una noche del solomillo a la pimienta o de la lubina a la espalda. Por otro lado, tomaros unas gambas al ajillo en El Caldero, un restaurante familiar en el que un solo camarero sirve a toda la barra al mismo tiempo que se enfrenta dialécticamente con cualquier listillo que se preste y, además, gana. Un espectáculo. Calif: Muy bueno.
En primer lugar, el restaurante La Siesta, ubicado en la zona de Bolnuevo, es un restaurante con una de las mejores cocinas que he probado en mucho tiempo. Los productos de primerísima calidad, y las raciones contundentes. No me importaría trabajar gratis unos meses allí para aprender el punto exacto de cocción que le dan a las carnes y pescados. Si os acercáis a comer, pedir mesa con tiempo, ya que los fines de semana de los meses de verano es imposible encontrar un hueco. Tendréis ante vosotros una carta extensa de platos tradicionales en la que quizás, por poner un pero, se echa de menos alguna novedad que sorprenda gratamente al comensal. No perderos la tarta de canela. Calf: Muy bueno.
Detrás de la cala pequeña de Bahía (una playa sucia y con algas. ¡No vayáis!) se encuentra el Puerto Deportivo y Club Náutico de Mazarrón. En él, además de poder disfrutar de un paseo estupendo contemplando los barcos, se encuentran dos restaurantes que, cada uno por diferentes motivos, merecen ser comentados. Hace bien poco (un año aproximadamente), un empresario vio la magnífica terraza y la deliciosa brisa que tenía el antiguo bar del club náutico y decidió convertirlo en un restaurante pata negra con verdaderos manjares gastronómicos. No recuerdo como se llama, pero pregunten por el restaurante del Club náutico y al fondo del puerto lo encontrarán, no tiene pérdida. Tanto éste como la Siesta exigen llevar en el bolsillo al menos 40 euros por cabeza, pero el del Club Náutico es más elegante, más bonito y la carta os dará la opción de descansar por una noche del solomillo a la pimienta o de la lubina a la espalda. Por otro lado, tomaros unas gambas al ajillo en El Caldero, un restaurante familiar en el que un solo camarero sirve a toda la barra al mismo tiempo que se enfrenta dialécticamente con cualquier listillo que se preste y, además, gana. Un espectáculo. Calif: Muy bueno.