Seguro que más de uno de los que estáis ahí sentados habréis intentado pasar una semana cenando ensaladas con el firme propósito de perder los dos o tres kilos que os proporcionan la cerveza y la comida basura que os zampáis mientras veis al Barça ganar un título tras otro. Para conseguirlo procurar comprar dos o tres lechugas diferentes tipo; Romana, Trocadero, Hoja de Roble, Lollo Rosso, Batavia o Butterhead. E incluso Iceberg, aunque personalmente me parece horrorosa. También podéis ser más prácticos que económicos y comprar esas bolsitas ya preparadas que traen a los super. Aseguraros de que lleven rúcula.
Si optamos por comprar las lechugas enteras, pondremos dos o tres hojas de cada una y un buen puñado de rúcula para obtener la cama perfecta y que cualquier ingrediente (el queso, los tomates, la remolacha, la zanahoria, el pepino, el atún, la Krisia, el palmito o los espárragos), descanse en paz.
El aliño es fundamental. Mezclar tres partes de aceite de oliva por una de vinagre y poned una cucharada de yogur griego sin azúcar. Mezclar hasta que quede uniforme y conseguiréis una crema untuosa que os pedirá de rodillas que lo mezcléis con parmesano o queso de cabra, recula y pan frito. Pero esto es la base, no os paréis ahí. A esta primera receta le podéis añadir dos anchoas machacadas en el mortero y un poco de pollo, el vinagre de Módena y os prometo que no volveréis a pedir en el McDonalds una ensalada César en vuestra vida.
Otro aliño increíble es el que resulta de poner tres partes de aceite por una de mostaza (mejor que sea de grano) y una de miel. No ser cenutrios y probar la mezcla hasta dejarla a vuestro gusto. Seguramente un poco de vinagre mejorará el resultado. Esta ensalada duerme bien con uva, nueces y pasas. Variar la mostaza por lo que tengáis a mano o por lo que más os guste es la clave para llenar de sabor vuestros paladares.
Por último, una con salsa de soja, aceite de sésamo, ajo rallado, ralladura de limón y su jugo. Aquí podéis poner arroz con salmón, atún o Krisia. Pero no os detengáis tan pronto. Probad con orégano y mozzarela; con orejones y pasas, con fresas y gulas, con tomate y sandía; o con unos fritos de bolsa bien molidos. Esto último agregadlo con mesura, es adictivo.
Si optamos por comprar las lechugas enteras, pondremos dos o tres hojas de cada una y un buen puñado de rúcula para obtener la cama perfecta y que cualquier ingrediente (el queso, los tomates, la remolacha, la zanahoria, el pepino, el atún, la Krisia, el palmito o los espárragos), descanse en paz.
El aliño es fundamental. Mezclar tres partes de aceite de oliva por una de vinagre y poned una cucharada de yogur griego sin azúcar. Mezclar hasta que quede uniforme y conseguiréis una crema untuosa que os pedirá de rodillas que lo mezcléis con parmesano o queso de cabra, recula y pan frito. Pero esto es la base, no os paréis ahí. A esta primera receta le podéis añadir dos anchoas machacadas en el mortero y un poco de pollo, el vinagre de Módena y os prometo que no volveréis a pedir en el McDonalds una ensalada César en vuestra vida.
Otro aliño increíble es el que resulta de poner tres partes de aceite por una de mostaza (mejor que sea de grano) y una de miel. No ser cenutrios y probar la mezcla hasta dejarla a vuestro gusto. Seguramente un poco de vinagre mejorará el resultado. Esta ensalada duerme bien con uva, nueces y pasas. Variar la mostaza por lo que tengáis a mano o por lo que más os guste es la clave para llenar de sabor vuestros paladares.
Por último, una con salsa de soja, aceite de sésamo, ajo rallado, ralladura de limón y su jugo. Aquí podéis poner arroz con salmón, atún o Krisia. Pero no os detengáis tan pronto. Probad con orégano y mozzarela; con orejones y pasas, con fresas y gulas, con tomate y sandía; o con unos fritos de bolsa bien molidos. Esto último agregadlo con mesura, es adictivo.